19/4/12

Cultura Digital: Una materia prima estratégica

Buena parte de la discusión que hace foco en los fenómenos comunicacionales actuales, asume que la batalla por la inclusión social  en las sociedades contemporáneas, supone necesariamente, la superación de una brecha económica como también de una brecha digital. Si bien esto resultaría evidente, el Director académico de Lectura Mundi (Unsam) Fernando Peirone en “los malentendidos de la política 2.0”1 sugiere que el nivel de manejo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) no guarda una relación directa con la cantidad de hogares que tienen computadora e internet, sino con el nivel de acceso y manejo de cierto capital cultural. Por ello, la conectividad podría servir para expresar cierto standard de vida, pero no sería una variable de hierro para establecer niveles de inclusión.
Si esto es así, el fenómeno que ha desatado la irrupción de las tics, junto a la creciente expansión  de sus usos y posibilidades, admite ser pensado no solo como un salto cuantitativo de la industria cultural, favorecido por el aparataje tecnológico, sino también como un hecho social que corresponde ser pensando en su dimensión cultural y política.
En ese camino transita la apuesta de muchos países interesados, incluido el nuestro, en incorporar las TICs a la educación formal, partiendo de la noción de que ésta supone el mejor campo para conformar una estrategia cultural y encarar un proceso de inclusión social. Porque, si la cuestión del acceso a las tecnologías de la comunicación es hoy menos económica, y más cultural, es en parte, porque cada vez mas hogares en el mundo han alcanzado el acceso a la conectividad.
El director del programa Lectura Mundi estima que hoy somos 2 mil millones de personas inter-conectadas en el mundo, y que en menos de cinco años ese número lejos de estancarse habrá aumentado exponencialmente, incluyendo la producción y la interacción de gente que no provendrá precisamente de Europa, América del Norte o Japón, sino de China, India y Sudamérica. Debe ser por ello que cada vez mas países de nuestra región toman conciencia de la importancia de regular los procesos de distribución tecnológica y el mercado de las comunicaciones, asumiendo que se trata más de un derecho público, que de un servicio privado.
Ya en 1990 el filosofo y comunicólogo venezolano Antonio Pasquali denunció que  “Las nuevas tecnologías (de la comunicación) son inventadas y exhibidas como si se tratase de productos independientes y autónomos capaces de generar luego, por irreversible y espontanea evolución, nuevas sociedades y nuevas condiciones humana”2.
Aquel enunciado adquiere hoy vigencia si repasamos la discusión que tuvo lugar cuando nuestro país sanciono la actual ley de servicios de comunicación audiovisual y quedo demostrado que para transformar la realidad era necesario intervenir en ella.  Allí se problematizaron algunas afirmaciones divulgadas por los medios tan antiguas como falaces, quedando en evidencia que los contenidos que vehiculizan éstos no son independientes ya que persiguen intereses creados por los grupos económicos que los controlan, que los operadores mediáticos no son objetivos sino que construyen sus propios significados de acuerdo a las circunstancias políticas  y que la tan invocada libertad de prensa camuflaba en realidad aspiraciones de libertad de empresa. El conflicto también revelo que los principales grupos de radio y televisión han conformado un mapa donde coexisten unos pocos oligopolios, capaces de ofrecer la más dura batalla mediática para conservar su posición de dominio, respecto a la distribución de las frecuencias públicas.
Es así que, tras un amplio debate, se aprobó por mayoría en ambas cámaras  la ley que regula la actividad audiovisual; contemplando una distribución de las frecuencias públicas que otorga, nada menos que igual participación a los sectores privado, publico y comunitario. Concebida la comunicación como un derecho y no como un servicio, las condiciones de acceso y participación se tornan aspectos fundamentales, en una sociedad que no acepta ser pensada por otros y reclama la posibilidad de producir sus propios significados. Queda hoy pendiente la aplicación del artículo 161, el cual estipula los procesos de desinversión de aquellos grupos económicos que han monopolizado las frecuencias. Artículo que ha dado lugar a recursos de amparos en muchas provincias de nuestro país, donde, en algunos casos, jueces adictos  han dictado sentencia a favor de las empresas y en contra de una Ley aprobada en  democracia.
Es por ello  que recuperar la dimensión política del fenómeno tecnológico en el mundo de las comunicaciones, no es otra cosa que llevar a primer plano la necesidad de constituir una activa demanda por el acceso -libre, universal y democrático- al uso de todas las fuentes y medios de comunicación. Puesto que, formulando estrategias tendientes a facilitar realizaciones concretas en los sectores del derecho de comunicación y de las políticas de comunicación podremos propiciar como sociedad, el advenimiento de sistemas más justos, participativos y democráticos.

1* Fernando Peirone - “Sobre los malentendidos de la política 2.0” – Pagina 12 – 12/11/112*Antonio Pasquali – “comprender la comunicación” – 4°Edicion Monte Avila Latinoamericana 1990

10/1/12

Donosa

qué frágil andadura exhibe
corvo tarambana y abombado

Donosa galopó al menos siete primaveras
Santiago lo trajo cuando chinitilla la Pieri
Y supo hacer de él un buen compinche

 la bambina

solía llevarlo a pastar a las afueras de Alpa Corral
indomable, el bicho, hasta que llegara el Barba:
le metió una voladas hacia el pedregullo
y quedo mansito, el Barba, jamás Donosa.

aquel equino siempre fue indomable
van a ser siete primaveras que andan juntos con la Peri,
solamente ella pudo disponer y galopar la bestia

es que nunca tuvo la en dominio

habitualmente, fueron como compañeras
andaban en las tardes, más allá del alambrado
se pasaban ratos en la acequia, bajo la arboleda.

la Pieri siempre prescindió de fusta,
le hablaba bajito, no sé en qué lenguaje,
parecía que le cantaba, le acariciaba el pelo,
la champaba del cogote
y sin pisar el estribo pegaba un brinco
y ahí noma´ se incorporaban al galope.

2/1/12

Comunicación Dos Punto Cero

Los profesionales de la comunicación, no pueden hacerse a un lado, cuando el mundo en su conjunto comienza a experimentar un fenómeno que pone en jaque los cimientos que estructuran la profesión, y abre un nuevo camino hacia la revisión de aquellos mecanismos que hasta hace poco parecían acabados. El fenómeno que con internet a la cabeza, como sea que se lo nomine, trae consigo un conjunto de cambios que inevitablemente nos hace pensar que la práctica periodística deberá ser reinventada.

¿Cuale será la implicancia de la irrupción de este nuevo soporte mediático que ha instalado una disputa en torno a las formas tradicionales del periodismo y la comunicación social?

¿Cómo pensar la irrupción de los blogs, twitter, faceebook y distintos foros de discusión e intercambio de información, frente a la creciente deslegitimización de la tarea de los periodistas tradicionales?

En su nuevo libro, “La explosión del periodismo” el semiólogo y ex director de la edición española del Lemonde Diplomatique, Ignacio Ramonet, propone un camino posible para problematizar algunos aspectos que devienen necesarios si queremos comprender y ¡porqué no! incidir en esta compleja transformación que nos introduce en la era de la comunicación 2.0.

Uno de los interrogantes que plantea Ramonet, es si “el impacto del meteorito internet” llevará consigo la extinción masiva de los diarios y revistas de la prensa escrita. Cuestión que parece preocupar a los agentes de la industria tradicional, por la creciente desaceleración de las ventas en papel. Sin embargo, la implosión del soporte virtual, no imposibilitaría del todo la supervivencia de los medios gráficos tradicionales, aunque ésta se encuentre atada a la capacidad de adaptación e innovación de los “medios” al nuevo esquema comunicacional. Actualmente, según el autor, existe una tendencia hacia la articulación de ambas formas de comunicación. Es así, que muchos periódicos que aún publican en papel, han comenzado a explorar nuevos modos trasmitir sus contenidos mediante plataformas virtuales.
Sucede, que en este nuevo “ecosistema”, la información ya no circula en “unidades cerradas”, porque las redes sociales permiten a los “web-actores” completar los contenidos, agregando comentarios, citas, fotos o videos. Generalizándose una práctica común, que podría llamarse según el semiólogo: “un trabajo de inteligencia colectiva”.

Otro aspecto central que problematiza “la explosión del periodismo”, es la disputa que representa la irrupción de un nuevo lector, (que ha dejado de ser un agente pasivo e inerte) al status de supremacía que supo gozar el profesional del periodismo. Disputa qué, a la vez de representar una inquietud para la nueva configuración de las comunicaciones y sus protagonistas, pareciera tender a la superaración de la brecha que solía separar al consumidor de información, del productor de significados.

Sin embargo, el mapa actual del mundo de las comunicaciones, exige repensar aquello que caracteriza la particularidad de la profesión del comunicador social, cuya labor se encuentra en constante reconfiguración, y no obstante la incipiente desacralización del periodista, lejos está de su desaparición. Más bien, seremos los comunicadores quienes deberemos poner en cuestión cuales son los conocimientos y aspectos metodológicos que le otorgan sentido a nuestra tarea.
Acontece una crisis de identidad; y se vincula con la "falta de credibilidad” que les cabe a los informadores, lo cual está generando una suerte de incertidumbre respecto a la especificidad de la profesión. Confusión que hace que “…hoy en día no se sepa bien qué es ser periodista”.

Para barrer estas confusiones, el autor apuesta por la revaloración de un tipo de práctica, que sepa ofrecer contenidos de calidad, basados en el análisis riguroso y la investigación bien documentada. Ello resulta significativo, si comprendemos que la superación del estado de “inseguridad informativa” que se vive, exige a los profesionales, impermeabilizar sus prácticas de la lógica dominante que exige, sin reservas, un tratamiento instantáneo de los acontecimientos que suceden en el mundo.

Sabemos que los avances en los modos de comunicación del hombre están sustentados en la evolución de la tecnología y la ciencia, sin embargo, los soportes comunicacionales, no deberían ser pensados sin atender a los contenidos que estos divulgan. Solo podremos pensar una comunicación democrática, si ponemos en cuestión los sentidos que se trasmiten, quienes los construyen, y como garantizaremos como sociedad, el acceso irrestricto a la construcción de nuestros propios modos de pensar y ser pensados.

Martín M. Ibáñez